Page 260 - LOS SISTEMAS DE PARTIDOS EN AMERICA LATINA-CONO SUR Y PAISES ANDINOS- TOMO 2 - FLAVIA FREIDENBERT
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LA TRANSFORMACIóN DEL SISTEMA DE PARTIDOS... 249
La reforma fue ratificada plebiscitariamente en diciembre de
1996 y supuso, fundamentalmente, una transformación radical del
peculiar y ya añejo sistema electoral uruguayo. La normativa modi-
ficó tres de las cuatro características principales del sistema electoral
uruguayo maduro: i) se sustituyó la MR para la elección del presi-
dente por la mayoría absoluta (MA) a dos vueltas o balotaje (artículo
151); ii) se limitó drásticamente el uso del DVS porque se establece
la obligatoriedad de candidatos presidenciales únicos (artículo 151),
copia
un máximo de tres candidatos a intendente municipal y se eliminó
la acumulación por sublemas para la elección de diputados (artículo
88), y iii) se separaron varias elecciones (la interna de la general —
disposición transitoria W, literal b—, la nacional de la departamental
—artículo 77, numeral 9— y, parcialmente, la parlamentaria de la
presidencial por la posibilidad de la segunda vuelta). Adicionalmente
se eliminó la distinción entre lemas permanentes y accidentales que
establecía el artículo 79.
Para procesar la designación de candidatos únicos en los parti-
dos tradicionales, acostumbrados a la competencia interna abierta,
la nueva normativa estableció elecciones primarias (artículo 77, nu-
meral 12) obligatorias para todos los partidos políticos, simultáneas
y abiertas. De esta forma las elecciones uruguayas, que se realizaban
todas simultáneamente desde 1942, en un solo día cada cinco años,
pasaron a desarrollarse en un proceso electoral que dura casi un año:
en junio se realizan las elecciones primarias, en octubre las elecciones
nacionales, en noviembre la segunda vuelta presidencial y en mayo
del año siguiente las elecciones departamentales.
El Frente Amplio estaba de acuerdo con todas estas modificacio-
nes excepto por el balotaje, pieza clave de la reforma que cumplía la
función de facilitar la coordinación electoral de los partidos tradicio-
nales sin que uno de ellos sufriera severamente por la deserción estra-
tégica o, directamente, impedir que ocurra el triunfo del Frente Am-
plio por falta de coordinación, acontecimiento del que precisamente
se estuvo muy cerca en la elección de 1994. La deserción del Frente
Amplio de la coalición reformista fue particularmente dramática por
cuanto implicó la renuncia del líder histórico del partido que había
comprometido su apoyo al proyecto. Aunque el obstáculo que signi-
ficaba el balotaje era evidente, algunos frenteamplistas creían que de
todos modos saldrían favorecidos porque el Frente Amplio no podría
gobernar en minoría. Pero esa puja interna terminó siendo ganada
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