Page 70 - REFORMAS INCLUSIVAS, ACTORES CRITICOS Y REPRESENTACION POLITICA DE LAS MUJERES EN AMERICA LATINA - FLAVIA FREIDENBERT
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Flavia Freidenberg
sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer
(CEDAW), la cual fue aprobada por la Asamblea General de la ONU en
1979 y entró en vigencia en 1981, que es conocida también como la
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Carta Internacional de los Derechos Humanos de las Mujeres, y que da
pistas respecto a cómo se debe continuar trabajando para reducir las
desigualdades de género en los países de la región.
Un primer grupo de reformas deberían estar orientadas a fortalecer
copia
tanto el régimen electoral de género como a hacer que el sistema electoral
sea amigable a la representación paritaria en todos los niveles de elección.
Los países deberían caminar hacia el fortalecimiento de sus reglas
electorales, dado que ello supone un incremento de la representación
de las mujeres en las instituciones. Las reformas propuestas a nivel de la
elección nacional legislativa suponen incrementar la exigencia paritaria
del 50-50%, incorporar la paridad horizontal y la transversal junto a
la vertical en aquellos países que solo han regulado la postulación de
candidaturas en listas; fortalecer el mandato de posición para que sea
en alternancia como cremallera; exigir fórmulas completas); establecer
el principio de competitividad para evitar que las mujeres sean ubicadas
70 fundamentalmente en distritos perdedores y eliminar las válvulas de
escape, es decir, las posibilidades de que puedan utilizarse formas legales
para no cumplir con las exigencias de la cuota o la paridad, entre otros.
Las reglas electorales inclusivas deben ser exigidas para las elecciones
generales (y no solo para las precandidaturas que se definen, por ejemplo,
con las primarias o las elecciones internas). En los países donde han
aprobado la paridad de género en las primarias o elecciones internas
(como Honduras o Panamá), los resultados son muy diferentes a los países
en que las reglas son exigidas en las generales. En esta línea, los regímenes
electorales de género latinoamericanos deben introducir una innovación
fundamental —-como la creada en México— respecto al principio de
competitividad, es decir, una regla que impida enviar a las mujeres como
candidatas simbólicas a “distritos perdedores”, donde los partidos suelen
perder las elecciones.
Un segundo grupo de reformas deberían estar orientadas a
democratizar internamente a los partidos políticos, que pueden ser
agentes más activos en el ejercicio de la igualdad sustantiva, en la
32 Ver ONU (1979).