Page 116 - CUANDO HACER POLITICA TE CUESTA LA VIDA - FLAVIA FREIDENBERT Y GABRIELA DEL VALLE PÉREZ
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así no ocupen posiciones de toma de decisiones dentro de sus partidos; o
que se piense que las mujeres carecen de la habilidad de crecer en la política
y que sólo pueden hacerlo si cuentan con apoyo de un varón o que se cues-
capacidad para alcanzar y ejercer el poder político.
tione su
Las mujeres políticas denuncian, una y otra vez, que sufren variadas
formas de violencia sexista antes y durante las campañas electorales, al igual
que en el ejercicio del poder: bromas e insinuaciones machistas, preguntas
acerca de su intimidad o situación de pareja, burlas o comentarios referidos
copia
vestimenta o aspecto físico, acoso sexual, ridiculizaciones y descalifica-
a su
ciones cuando hablan, comentarios de desprecio, ser dejadas de lado y no
ser invitadas a reuniones o espacios en los que se toman decisiones políticas,
entre otras (Panke, 2015).
El sexismo puede definirse como la tendencia a confundir las diferen-
cias sociales o psicológicas que existen entre hombres y mujeres con las
diferencias biológicas ligadas al sexo. Se sustenta en la creencia errónea de
que las diferencias sociales o psicológicas son, automática e inevitablemen-
te, consecuencia de las diferencias sexuales biológicas, sin tener en cuenta
la influencia de variables como la historia, la cultura y el aprendizaje social.
El sexismo conduce a concebir a las mujeres como seres inferiores a los
hombres, así como también a justificar todos los tipos de violencia en gene-
ral, y a la violencia política en particular; la violencia psicológica en forma
de insultos, humillaciones, burlas, ridiculizaciones o acosos; la violencia físi-
ca; y la violencia simbólica que se ejerce, por ejemplo, cuando se relaciona
el éxito, la eficacia o la belleza de una mujer con la delgadez.
Los medios de comunicación de masas juegan un importante papel en
el proceso de construcción y mantenimiento de esos estereotipos sexistas,
que afectan de modo tan negativo y a diario a las mujeres que se dedican a
la actividad política. La cobertura periodística de políticas y candidatas está
llena de estereotipos sexistas. Uno clásico es el que prescribe que las mujeres
son ante todo madres que deben relegar sus aspiraciones personales para
cuidar a otros. Cuando Chelsea Clinton anunció su embarazo, hubo titula-
res como “¿Puede una abuela ser presidenta de Estados Unidos?” y “Aún no
queda claro de qué manera el embarazo de Chelsea afectará la campaña de
Hillary”. Nada semejante se publicó cuando Romney mostró orgulloso a
1
sus 18 nietos, o McCain y Bush los suyos. En los medios también se califica
la vestimenta y apariencia de las políticas.
Los medios no se cansaron de juzgar los trajes de Hillary, su peso y
peinados. La propia Clinton afirmó: “si deseo derribar una historia de las
1 Véase USA Today, 17 de abril de 2014.
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