Page 116 - MUJERES EN LA POLITICA, EXPERIENCIAS NACIONALES Y SUBNACIONALES EN AMERICA LATINA - MARIANA CAMINOTTI FLAVIA FREIDENBERT
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120 Virginia García Beaudoux
lizaciones acerca de las personas que conforman determinados grupos socia-
les Son muy estables y resistentes al cambio Los estereotipos de género
consisten en un conjunto de creencias acerca de las características que se con-
sideran típicas de varones y mujeres No es que varones y mujeres sean efecti-
vamente de esa manera, sino que así se les percibe Estos estereotipos tienen
dos dimensiones: una descriptiva y otra prescriptiva (Burguess y Borgida,
1999) La primera se refiere a las características que se atribuyen a varones
copia
y mujeres Por ejemplo, el componente descriptivo del estereotipo femeni-
no incluye las características de que las mujeres son débiles, afectuosas,
comprensivas, maternales, emocionales, sensibles a las necesidades de los
otros y están preocupadas por el mantenimiento de la cohesión grupal
(Cuadrado Guirado, 2007; Silván Ferrero, Cuadrado Guirado y López
Sáez, 2009) Al estereotipo masculino que describe a los varones como ra-
cionales, se suele contraponer el femenino, el cual caracteriza a las mujeres
como emocionales
El componente prescriptivo se deriva de la dimensión descriptiva e indi-
ca cómo deberían ser y comportarse varones y mujeres, así como qué sería
deseable para cada género Por ejemplo, el estereotipo femenino incluye la
prescripción de que las mujeres deben tener habilidades interpersonales, ser
pasivas y cooperativas, amantes de los niños, sensibles y complacientes
(Prentice y Carranza, 2002) Esa expectativa deriva de la creencia descriptiva
de que las mujeres son cálidas, afectivas y comprensivas (Cuadrado Guirado,
2007) La mayoría de las personas tienen más o menos definidas cualidades
socialmente compartidas para cada género y se espera que varones y mujeres
actúen en consecuencia con ellas
Desde el ángulo de la igualdad social, lo preocupante no es que se se-
ñalen diferencias entre los géneros, sino que al género masculino se le sue-
len adjudicar los rasgos más valorados por la cultura y al femenino los
minusvalorados Es decir, no se marca simplemente una diferencia, sino
que, en muchas oportunidades, se pone en juego una lógica binaria con
jerarquización de la diferencia, en la cual se reserva para el varón el lugar
mejor o más valorado Adicionalmente, las cualidades que en un género
son una virtud, en el otro se valoran como un defecto, sin que medie nin-
gún argumento racional Por ejemplo, en algunos ámbitos, el poder o la
ambición económica se conciben como algo natural en los varones y anti-
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