Page 24 - CUANDO HACER POLITICA TE CUESTA LA VIDA - FLAVIA FREIDENBERT Y GABRIELA DEL VALLE PÉREZ
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10 FLAVIA FREIDENBERG
Juana Quispe Apaza, Lorena Nava Cervantes, Rosa Pérez Pérez, Yo-
landa Pedroza Reyes, Felícitas Muñiz Gómez, Elisa Zepeda Lagunas, Yareli
Cariño López, María Ruth Zárate Domínguez o Erika Molina López pre-
tendían ejercer sus derechos político-electorales y en su pretensión fueron
violentadas no sólo por sus ideas, sus propuestas o por pertenecer a un de-
terminado partido político, sino por el hecho de ser mujeres. Eso es precisa-
mente lo que diferencia a estos actos de otras manifestaciones de violencia
en general, y de la violencia política en particular, que suele ocurrir incluso
copia
de manera estructural en las sociedades latinoamericanas.
II. el ProbleMa De investigación
Los casos descritos no son aislados, ocasionales ni esporádicos, y dan cuenta
de la diversidad de actos que pueden ser definidos como violencia política
contra las mujeres. IPU realizó en 2016 un estudio en treinta y nueve países, y
encontró que el 40% de las mujeres que participan en órganos legislativos ha
recibido amenazas, lesiones, violación, muerte o presiones durante su encar-
go. El 80% de mujeres legisladoras reportaron haber sido objeto de agresio-
nes psicológicas, comentarios sexistas y humillaciones. Una quinta parte de
las entrevistadas mencionaron haber sido víctimas de violencia sexual (IPU,
2016: 3).
La violencia política contra las mujeres continúa siendo una de las prin-
cipales barreras para el
ejercicio de la ciudadanía en América Latina (Krook
y Restrepo, 2016a; Torres Alonso, 2016; Albaine, 2015; Htun et al., 2014;
Krook y Norris, 2014: 16). Si bien en las últimas décadas se han realizado
esfuerzos sostenidos en diversos países de América Latina para impulsar el
acceso y el ejercicio del poder de las mujeres a las instituciones democráti-
cas, esas exigencias normativas pusieron en evidencia una serie de prácticas
que reproducen formas de hacer política patriarcales, misóginas, violentas,
sexistas y excluyentes.
El escenario es tan dramático, respecto a la escasa igualdad en las condi-
ciones de la competencia, que los partidos políticos y sus dirigencias debie-
ron ser obligados por ley para que ubicaran a mujeres en las candidaturas
a cargos de representación popular en la mayoría de los países de la región.
La evidencia es contundente: los partidos se han resistido de múltiples ma-
neras a esas normativas (Freidenberg, 2017). Las élites político-partidistas
no entendieron la necesidad de generar un cambio en las estructuras y en
las prácticas partidistas, por sentido común, como una cuestión de justicia,
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Tribunal Electoral de la Ciudad de México