Page 74 - CUANDO HACER POLITICA TE CUESTA LA VIDA - FLAVIA FREIDENBERT Y GABRIELA DEL VALLE PÉREZ
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¿QUÉ ES LA VIOLENCIA POLÍTICA?... 61
aún es debatido, cada vez gana más reconocimiento en la legislación in-
ternacional. Ejemplos incluyen la Declaración sobre la Eliminación de la
Violencia contra la Mujer de 1993, la Directiva de la Unión Europea que
requiere que todos los Estados miembros adopten leyes de este tipo, o leyes
recientes aprobadas en Egipto y China. Datos de los Estados Unidos revelan
que una vez que el concepto “acoso sexual” entró en el discurso público,
en este caso, como resultado del proceso de Anita Hill en 1991 como parte
del nombramiento del juez de la Corte Suprema de Justicia, Clarence Tho-
copia
mas, el número de casos reportados ha incrementado de manera continua. 7
Sin embargo, aún muchas mujeres no reportan, especialmente aquellas que
pueden ser víctimas de retaliación, incluyendo difamación, hostilidad por
parte de sus colegas, e incluso mayor acoso (Kaiser y Miller, 2003: 227; Vi-
jayasiri, 2008: 42). Las mismas mujeres pueden incluso culpar a las víctimas,
al expresar hostilidad contra las mujeres que reportan acoso sexual (Cowan,
2000: 238; Russell y Trigg, 2004: 565) o lo justifican bajo la disculpa de que
es un comportamiento masculino “normal” (Weiss, 2009: 810).
Estas dinámicas parecen operar entre las políticas mujeres también,
aunque con una capa adicional de presión relacionada con ser una repre-
sentante, lo que hace que estén bajo mayor escrutinio. Para algunas, los
actos de violencia descritos anteriormente simplemente pueden ser clasi-
ficados como “el costo de hacer política”. En 2014, por ejemplo, cuando
Hillary Clinton lanzó una iniciativa para apoyar a las mujeres que se lanzan
para competir por cargos de elección, dijo que su mejor consejo para las
mujeres en política era que “desarrollaran una piel como de rinoceronte”.
Julia Gillard, la ex primera ministra de Australia, en una biografía que pu-
blicó tras dejar su cargo, expresó su frustración con el tratamiento misógino
que recibió durante su mandato. Sin embargo, escribe que se sintió limi-
tada a denunciar estos actos, mientras estaba en el cargo, pues temió que
acusaciones de ser “histérica” o no ser “capaz de sobrellevar” las demandas
del trabajo sólo servirían para justificar los reclamos de que las mujeres no
pertenecen a la
política.
A pesar de ello, pareciera que está ocurriendo un cambio sutil en tér-
minos de que cada vez más mujeres políticas reconocen la existencia de
este problema. En un evento patrocinado por la IPU, y que se llevó a cabo
de manera paralela a las reuniones de la Comisión sobre el Estatus de las
Mujeres de la ONU en 2013, por ejemplo, hice una presentación corta del
trabajo que he realizado con Juliana Restrepo Sanín sobre el concepto de
violencia contra las mujeres en política. Mientras presentaba mi propuesta a
7 Datos disponibles en https://www.eeoc.gov/eeoc/mediation/report/chapter4.html.
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