Page 258 - LA CIENCIA POLÍTICA SOBRE AMÉRICA LATINA - FLAVIA FREIDENBERT
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La Ciencia Política en Uruguay... 249
de estas sobre lo que puede ser denominado como politológico (Lessa,
2010; Adcock y Bevir, 2005).
En Uruguay, se cuenta con reflexiones sistemáticas sobre el mundo
político por lo menos desde fines del siglo xix, las cuales, en general,
eran elaboradas por sus propios protagonistas, los actores políticos
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(Pérez Antón, 1992). Sin embargo, en los relatos sobre la historia de la
Ciencia Política uruguaya es un lugar común afirmar que la disciplina
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copia
encuentra su impulso fundamental después de 1985, en el período en
el cual el país estaba procesando su restauración democrática. Este mo-
mento se considera fundacional en términos de institucionalización de
la Ciencia Política en el país.
La noción de institucionalización disciplinaria puede ser proble-
mática; no obstante, se puede aludir, en un sentido muy básico, a la
institucionalización universitaria de un campo de conocimiento en re-
ferencia a la creación de las condiciones institucionales mínimas nece-
sarias para llevar adelante al menos dos de las funciones universitarias
básicas, la enseñanza y la investigación. En este sentido sí se puede
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afirmar que la institucionalización de la Ciencia Política uruguaya se
89 También quienes hablan sobre política desde discursos que se pretenden científicos
pueden ser considerados como actores políticos si se considera, como señala Ravecca
(2010), que la Ciencia Política también hace, indefectiblemente, política. Aquí por
actores políticos se entiende a quienes se dedican estrictamente a actividades políticas
–militantes, dirigentes de partidos políticos, políticos que ocupan cargos públicos, entre
otros–.
90 En este trabajo se utilizan indistintamente los términos «Ciencia Política en Uruguay»
y «Ciencia Política uruguaya» sin entrar en la discusión de si es posible referirse a los
campos disciplinarios y su expresión en contextos específicos como entidades unitarias
y homogéneas. Solo cabe aclarar que la autora se adhiere, más bien, a una postura
constructivista sobre lo que «es» una disciplina; esto significa destacar el carácter
contingente que como unidad tiene, reconocer su inestabilidad intrínseca, y comprenderla
más como un «modo de hablar de objetos» que acaba por constituir a los propios objetos,
que como objetos «están allí afuera» (Lessa, 2010; Adcock y Bevir, 2005).
91 Esto supone, mínimamente, la adquisición de un lugar específico en la arquitectura
organizacional universitaria, la generación de un cuerpo académico en algún sentido
profesionalizado, la existencia de capacidades para desarrollar la enseñanza y de esa manera
apuntar al acrecentamiento de la masa crítica de profesionales, entre otros elementos.
Agradezco a Jorge Landinelli esta precisión.
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