Page 184 - CUANDO HACER POLITICA TE CUESTA LA VIDA - FLAVIA FREIDENBERT Y GABRIELA DEL VALLE PÉREZ
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Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
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                       VIOLENCIA POLÍTICA CONTRA LAS MUJERES: ¿LEYES ESPECIALES...  175

                censurable (Chesnais, 1981: 12),  y la económica o patrimonial, como factor
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                de sometimiento a la estructura partidaria, o la sexual, aparejada a la psico-
                lógica o, en su caso, emocional, evidenciando que la más grave es la muerte
                por razones políticas, manifestación de la violencia moralmente inaceptable
                (Chesnais, 1981:   12).
                   Todas estas dimensiones se concretan en el ámbito público, indepen-
                dientemente de las prácticas deleznables de coacción (psicológica, emocio-
                nal o moral) que suceden en lo privado. La violencia de género no es una
                                    copia
                moda; su defensa no debe percibirse como “de estatus” para las mujeres que
                la perpetran, pues en México, por desgracia, ocurre que la memoria adolece
                de grave amnesia. Un claro ejemplo de ello es el Banco Nacional de Datos e
                Información sobre Casos de Violencia contra las Mujeres (Banavim), a cargo
                del Inmujeres, que fue creado en 2010 con un presupuesto de quince millo-
                nes de pesos y que nadie actualiza, utiliza o recuerda exigir su funcionalidad.
                   Ni las autoridades federales ni estatales se acuerdan que   existe. ¿Acaso

                esto no implica una forma de violencia de quienes son responsables de las


                acciones y las olvidan? La violencia de   género la sufren y la solapan todas
                las mujeres, ya sea en el hogar, en la fábrica, en la oficina o   en la academia,
                bajo un esquema skinneriano de respuesta-estímulo. No puede ni debe se-
                guirse tolerando que se haga de la igualdad, de la no discriminación y de la
                violencia de género un discurso retórico de la “democracia” en provecho de
                las féminas o de su grupo o clan, de “su gente”. De soportarlo o no denun-
                ciarlo, las mujeres seguirán condenadas a quedar relegadas por siempre y a
                ser instrumentalizadas,   pese a las luchas aciagas que se han librado.


                   Las mujeres deben hablar con la verdad, porque saben cuál es: que no
                hay diferencia cuando se trata del ejercicio del poder, ellas siempre tienen
                que formar parte del “grupo” y, además, deben complacer, callar, asentir y
                tolerar. Las mujeres hablan de violencia cuando son ellas mismas las que
                aceptan de   “nuestros líderes” o “lideresas”, exactamente, las mismas formas



                tradicionales de violencia de las que han sido víctimas (Chesnais, 1981: 44 y
                45) por parte de los hombres. A fin de cuentas, la violencia es una cuestión
                de naturaleza humana y no de género, ya que la violencia es un comporta-


                miento   adquirido (Gurr y Graham, 1969).

                    La naturalización de la violencia contra las mujeres en algunos ámbitos de la



                    sociedad,   junto a la falta de acceso a la justicia y a una respuesta estatal integral





                  3     Para Chesnais (1981: 12): “La violencia en sentido estricto, la única violencia medible


                e incontestable es la violencia física. Es el ataque   directo, corporal contra las personas. Ella
                reviste un triple carácter: brutal, exterior y doloroso. Lo que la define es el uso material de la


                fuerza,     a rudeza voluntariamente cometida en detrimento de alguien”.
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