Page 324 - LOS SISTEMAS DE PARTIDOS EN AMERICA LATINA-CONO SUR Y PAISES ANDINOS- TOMO 2 - FLAVIA FREIDENBERT
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              ternacionales que un día lo apoyaron. El financiamiento era una pie-
              za importante y simbólica del fortalecimiento del sistema de partidos:
              apuntaba a dotar a las organizaciones de una estructura institucional
              sólida y transparente. Su eliminación les restaba un privilegio y una
              obligación que les exigía justamente desarrollar un aparato estable,
              profesional, competente, capaz de rendir cuentas.
                  Por otro lado, y de manera aún más decisiva, en 2004, se aprobó
              la Ley de Agrupaciones Ciudadanas y Pueblos Indígenas, con el ob-
                                 copia
              jetivo declarado de romper el “monopolio” de representación de los
              partidos. La norma permitió, en la práctica, organizar partidos de
              escala municipal, regional o departamental, reuniendo firmas para la
              circunscripción deseada. Los efectos se sintieron de inmediato: si en
              la oportunidad anterior, en la municipal de 1999, compitieron menos
              de 20 partidos, todos con personería nacional, en 2004 más de 900
              agrupaciones ciudadanas y pueblos indígenas solicitaron su recono-
              cimiento;  casi  400  lo  consiguieron,  la  inmensa  mayoría  para  com-
              petir en un solo municipio (Costa, 2004: 60-61). Se llevaron 30.5%
              de los sufragios y 22.9% de las concejalías (Kafka, 2005: 35-36). En
              las elecciones municipales y departamentales siguientes, las de 2010,
              la situación se atenuó pues compitieron algo menos de la mitad de
              organizaciones de 2004, entre partidos, agrupaciones ciudadanas y
              pueblos indígenas.
                  Esta apertura permitió la presencia de candidatos con poca o sin
              experiencia política —en general con resultados mediocres— y sobre
              todo de dirigentes partidarios, locales, regionales, incluso nacionales,
              con sus propias agrupaciones, buscando los votos sin el lastre de siglas
              desacreditadas o sin pasar por eventuales procesos de selección in-
              terna que dejaban heridas. Desde entonces, cada vez más, los líderes
              crean organizaciones ad hoc, sin vínculos con agrupaciones nacionales
              y sin sentirse solidarios de otro dirigente o dependientes de jefaturas
              nacionales. Por ejemplo, Percy Fernández, carta fuerte del MNR en
              Santa Cruz, se desligó del partido, fundó el Movimiento de Unidad
              Popular para competir y ganar en 2004 la alcaldía de Santa Cruz, en
              tanto que en 2010 y 2015 lo hizo con Santa Cruz Para Todos.
                  Los partidos sufrieron una sangría que los privó de cuadros con
              iniciativa y popularidad, y sus estructuras territoriales se desmenuza-
              ron. En el esquema previo, cualquier candidato potencial para una
              elección local requería una sigla partidaria y al mismo tiempo, las
              organizaciones deseaban ensanchar su base geográfica, mejorar sus



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