Page 325 - LOS SISTEMAS DE PARTIDOS EN AMERICA LATINA-CONO SUR Y PAISES ANDINOS- TOMO 2 - FLAVIA FREIDENBERT
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EL SISTEMA DE PARTIDOS EN BOLIVIA (1952-2015)... 315
números finales, buscar futuros candidatos parlamentarios. Existían
las condiciones para un acercamiento recíproco. La nueva ley volvió
superfluos a los partidos, pues tenían poco que ofrecer, ni siglas atrac-
tivas, recursos, militantes, ni perspectivas halagüeñas, y por lo tanto
sus raíces se contrajeron y secaron. Prueba adicional de la irrelevan-
cia del sistema de partidos, varios partidos dejaron de renovar sus di-
recciones sin suscitar conflictos o reclamos (Zegada, 2014: 147-149).
Hasta ese momento, el sistema de partidos se había adaptado al
copia
desafío de la descentralización, incluso cuando se aprobó la Ley de
Participación Popular que facilitó la emergencia del ala local de la
tercera generación de partidos. Esta ala actuó con cautela en el es-
cenario nacional aunque sus líderes aspiraban a jugar en las grandes
ligas: en la primera presidencial en la cual tuvo oportunidad de par-
ticipar, NFR optó por aliarse con ADN (1997), en tanto que el MSM
se mantuvo al margen (2002) y en la segunda, se alió al MAS (2005).
Ciertamente, en las municipales, el abanico partidario se extendía al
máximo y casi todos los partidos presentaban candidatos —con la
ventaja que podían inscribirlos para todas las alcaldías del país o sólo
para una— pero la volatilidad electoral municipal entre 1987 y 1999
no indica dificultades especiales de los partidos dominantes a nivel
nacional en el campo local. De hecho, quizás únicamente el Fren-
te Revolucionario de Izquierda (FRI) podría catalogarse como una
organización regional: en la presidencial acudía siempre en alianza,
y en la municipal, tenía una presencia acotada pero persistente en
Tarija.
ADN ganó las municipales en la fase 1987-1991, solo o en alian-
za con el MIR, el MNR desde 1993 hasta 1999. Además, como se
mencionó, los partidos tendieron a reproducir en el ámbito munici-
pal las coaliciones nacionales, conservando una coherencia entre los
dos niveles, aunque ello, por supuesto, mermó el juego político local
y pudo desagradar a los electores que podían ver cómo la preserva-
ción de pactos nacionales conducía en sus municipios a fórmulas que
juzgaban insatisfactorias. El pico de la volatilidad electoral municipal
correspondió a 1989, cuando se instala el sistema partidario vigente
durante casi tres lustros, con el debut de Condepa y UCS (además
de la conformación en esa oportunidad del Acuerdo Patriótico por el
MIR-ADN), antes de que alcanzara su récord en 2004, con el colapso
del sistema de partidos (tabla 5).
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