Page 51 - METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA-José Ignacio Ruiz Olabuénaga
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de entrada su naturaleza precisa, en cuanto a su comprensión por cuanto
es susceptible de inesperadas e insólitas ramificaciones, y por cuanto el
significado admite profundidad, además de densidad y extensión.
La definición del significado, no su captación ni su comprensión
(que sólo se obtienen a través de y una vez finalizada la investigación),
se cierra cuando se especifica el tiempo, el espacio y el grupo (indivi-
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duo), es decir, la situación objeto de estudio. Van Maanen definió su
problema cuando decidió estudiar la Policía de Union City durante diez
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meses, Herbert Gans lo hizo al intentar analizar la vida de los italo-ame-
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ricanos en 1962 y W. Whyte las bandas de un barrio italiano de Chicago
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en 1943. Lo definió W. Douglas al estudiar la Muerte en Murélaga en
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los años 60, como A. Pérez Agote al estudiar la socialización de la ju-
ventud vasca a la salida del franquismo. Nosotros nos vimos obligados a
definir el problema al estudiar el suicidio en Guipúzcoa.
A diferencia del modo como las técnicas cuantitativas definen su
problema, creando una condición de pureza situacional cuyo ideal es el
laboratorio, las cualitativas lo hacen introduciéndolo lo más posible en la
situación y desinvernándolo al máximo. Todo lo que en el survey se puri-
fica mediante control estadístico, o mediante control efectivo en el expe-
rimento de laboratorio, en las técnicas cualitativas es bienvenido y acep-
tado como enriquecedor más que como contaminante. La definición del
problema se lleva a cabo concretando al máximo el «Estos-Aquí-Ahora»
o «contexto» en el que se desarrolla un comportamiento. La concreción
no se enfoca a la definición conceptual, por ejemplo, qué es clase social
en el caso de Gans, qué es muerte en el de Douglas o el suicidio en el
nuestro. La definición es situacional más bien que operacional, al contra-
rio de lo que sucede en los surveys o los experimentos.
Cuando estábamos tratando de sistematizar la bibliografía relativa al
suicidio nos sorprendió notablemente la insistencia machacona de Joan Es-
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truch (que ya había estudiado el suicidio en Menorca desde la perspectiva
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de Berger y Luckmann ), en criticar tanto la «definición» como los «coefi-
cientes» comparativos de suicidio. Cuanto más avanzábamos en nuestra
investigación de campo más nos persuadíamos de lo acertado de su terque-
dad. Dejando de lado una definición de diccionario y renunciando a una
2 Van Maanen, J., Ob. cit.
3 Gans, H.J., The Urban Villagers, The Free Press, New York, 1965.
4 Whyte, W. F. Jr., Street Corner Society, Univ. of Chicago Press, Chicago, 1943.
5 Douglas, W. A., Muerte en Murélaga, Barral, Barcelona, 1973.
6 Pérez Agote, A., El Nacionalismo a la Salida del Franquismo, CIS, Madrid, 1987.
7 Estruch, J., El Suicidio en Menorca, Herder, Barcelona, 1982.
8 Berger, P. & Luckmann, T., La Construcción Social de la Realidad, Amorrortu, Buenos
Aires, 1968.
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