Page 293 - LOS SISTEMAS DE PARTIDOS EN AMERICA LATINA-CONO SUR Y PAISES ANDINOS- TOMO 2 - FLAVIA FREIDENBERT
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EL SISTEMA DE PARTIDOS EN BOLIVIA (1952-2015)... 283
En 1977, Bolivia se compaginó con América Latina en el inicio
de la tercera ola democratizadora (Huntington, 1994). Banzer convo-
có a elecciones para 1978, punto de arranque de una caótica transi-
ción política, en la cual alternaron golpes de estado y elecciones en un
contexto polarizado (Lavaud, 1998). Las Fuerzas Armadas creyeron
que impondrían al candidato oficialista con las técnicas de las décadas
precedentes pero la reacción política y social provocó la anulación de
la elección y el derrocamiento de Banzer (1978). Existía una diferen-
copia
cia de fondo entre alterar de una forma u otra los datos para amplifi-
car el triunfo de candidatos que de todas maneras alcanzarían la ma-
yoría absoluta que trastocar los resultados para proclamar vencedor a
un candidato menos popular que sus contrincantes.
Para 1979, los militares convocaron a otra elección presidencial,
ahora sin candidato ni partido gubernamental o beneficiados con los
recursos estatales, con garantías para todas las organizaciones. Esta
situación poco frecuente en la historia boliviana tuvo un impacto re-
levante sobre la configuración del sistema partidario. La presidencial
de 1979 se saldó con el triunfo de la izquierda, reagrupada en la coa-
lición de la UDP, dirigida por el ex presidente Siles, sobre el MNR de
V. Paz y, más lejos, en el tercer puesto, Acción Democrática Nacio-
nalista (ADN), recién fundada por Banzer. Como ningún candidato
reunió la mayoría absoluta, la elección presidencial pasó al Congre-
so que fracasó en su mandato constitucional de elegir al presidente:
apenas pudo nombrar al presidente del Senado Guevara presidente
interino de la República, encargado de convocar una tercera elección.
Meses después, el mandatario fue derrocado por un golpe que fra-
casó por la resistencia popular: la presidenta de la Cámara de Diputa-
dos, Lydia Gueiler, fue designada presidenta interina y ella organizó
los comicios de 1980. Aseguró la neutralidad del Poder Ejecutivo, y
se consolidaron las tendencias de cambio en el sistema partidario. La
nueva elección confirmó la ventaja de la UDP. Sin embargo, otro gol-
pe impidió que Siles asumiese el gobierno. Los militares gobernaron
hasta 1982, cuando desacreditados, sin aliados políticos o sociales,
entregaron la presidencia a Siles, reconociendo los resultados de dos
años antes.
Las esperanzas populares que acompañaron la llegada de la UDP
al poder se diluyeron pronto, víctimas de una triple crisis: política,
económica y social. El frente de izquierda, eficaz en la arena electo-
ral, descubrió la profundidad de las divergencias internas una vez al
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