Page 294 - LOS SISTEMAS DE PARTIDOS EN AMERICA LATINA-CONO SUR Y PAISES ANDINOS- TOMO 2 - FLAVIA FREIDENBERT
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284 SALVADOR ROMERO BALLIVIáN
mando del Estado. Como era habitual, la UDP gobernó sin aliados
pero en una situación sin precedentes, el oficialismo era minoritario
en el Parlamento, lo que precipitó la crisis de gobernabilidad. Peor fue
el impacto de la hiperinflación, una de las más agudas sufridas por un
país en tiempos de paz, que colapsó la economía, deterioró el nivel
de vida y alimentó una espiral de protestas sociales encabezadas por
el sindicalismo.
Acorralado, Siles aceptó un recorte de su mandato y se convocó
copia
a una elección anticipada, para 1985. Se evitó así que la crisis guber-
namental deviniese en la crisis del incipiente régimen democrático
(Laserna, 1990: 208). En los años más inestables de la historia re-
publicana, el sistema de partidos ofreció una imagen fragmentada y
polarizada; sin embargo, en un nivel menos ruidoso, sufrió una muda
importante, que lo distinguió de las formas precedentes: tuvo más
partidos que en cualquier periodo previo, se volvió competitivo en un
grado desconocido, conoció la dispersión del sufragio.
2. El silencioso final del secular bipartidismo a la boliviana
y el nacimiento de un multipartidismo competitivo
Hasta el inicio de la transición a la democracia, Bolivia vivió durante
un siglo, sin que los actores fuesen plenamente conscientes, en un bi-
partidismo de partido hegemónico. La hegemonía partidaria y la au-
sencia de alternancia, a pesar de las numerosas elecciones, ocultaron el
bipartidismo secular. En efecto, el dominio conservador corrió en pa-
ralelo a su enfrentamiento con el Partido Liberal (1880-1899). Cuando
el liberalismo alcanzó el poder tras la brevísima guerra federal, se en-
frentó al republicanismo, su ala disidente (1900-1920).
El incruento derrocamiento liberal encaramó al Partido Republi-
cano, cuyas corrientes ejercieron el poder hasta la víspera de la revo-
lución de 1952. El MNR gobernó con la tenaz oposición a FSB hasta
la intervención militar (1952-1964). Ninguno de estos ciclos de parti-
do hegemónico concluyó con una alternancia pacífica después de una
elección sino con un derrocamiento, una interrupción externa, como
ocurre frecuentemente; sólo de manera excepcional, sucede por una
reforma interna para desarmar el esquema, como en el México de
fines del siglo xx (Sartori, 1992: 323-325).
La nueva fase se inició en 1979. Por primera vez en un siglo, no
había un esquema bipartidista, gobierno de un partido hegemónico,
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