Page 301 - LOS SISTEMAS DE PARTIDOS EN AMERICA LATINA-CONO SUR Y PAISES ANDINOS- TOMO 2 - FLAVIA FREIDENBERT
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EL SISTEMA DE PARTIDOS EN BOLIVIA (1952-2015)... 291
gabinetes (entre 1964 y 1982, en gobiernos militares, hubo ministros
movimientistas, falangistas, socialistas, demócrata cristianos; Mesa,
2006: 370-388), y Banzer trabajó durante casi la mitad de su gobierno
con los dos partidos grandes del periodo precedente (MNR-FSB). Asi-
mismo, la menor duración y el nivel de represión más bajo evitaron
que los enfrentamientos posteriores tuviesen en la dictadura un inelu-
dible y recurrente punto de debate. Si bien ADN acuerpó la acción
de Banzer, de entrada aceptó el cuadro democrático e insistió en que
copia
el golpe de estado depuso a otro gobierno de facto y lo justificó por la
extrema polarización de la época.
Los electores armaban el escenario político de izquierda a dere-
cha. En un polo, situaban al PS-1 o a fuerzas marxistas minoritarias de
la UDP; en el otro, a ADN y, aún más a la derecha, FSB, ya en declive.
Entre ambos polos, figuraba a la izquierda la UDP, ensamblada con
tres piezas centrales: el MNRI, el MIR y el PCB, y el MNR, más con-
servador pero con una historia impregnada por la gesta revolucionaria
de 1952 y capaz de aliarse con organizaciones reputadas progresistas,
como el Partido Demócrata Cristiano (PDC) o los maoístas.
En este espacio central, las fronteras carecían de rigidez, en par-
ticular en la numerosa familia movimientista: salvo líderes personal-
mente comprometidos con Siles o con V. Paz, el resto se encontraba
cómodo en el MNRI, eje de la UDP, o en el MNR. De hecho, hubo
perspectivas de que esa familia olvidara el duelo fratricida: en 1978
el MIR resignó su aspiración vicepresidencial para evitar la reunifi-
cación que hubiera dejado a todos los partidos sin opciones ante un
binomio Siles-V. Paz (Granado, 1983). La situación no era distinta
para los otros partidos: se encontraban predispuestos a participar en
alguna de las dos grandes alianzas que se perfilaban y el destino de las
negociaciones dependió en buena medida de los espacios en las listas
parlamentarias. Sin embargo, cerradas las alianzas, fue intensa la vio-
lencia verbal entre los dos favoritos, la UDP y el MNR.
La polarización le pasó una factura elevada a la naciente demo-
cracia. En 1979, triunfó la UDP sin la mayoría absoluta exigida por la
Constitución. Por lo tanto, se requería la decisión congresal, que de-
bía elegir al presidente entre los tres candidatos más votados y ningún
partido disponía de la mayoría absoluta en el Parlamento. Incluso la
UDP contaba con menos representantes que el MNR, ganador en
la mayoría de los departamentos. Para la UDP, la ecuación resultaba
políticamente imposible: sin el desistimiento de su principal contrin-
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