Page 338 - LOS SISTEMAS DE PARTIDOS EN AMERICA LATINA-CONO SUR Y PAISES ANDINOS- TOMO 2 - FLAVIA FREIDENBERT
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              328               SALVADOR ROMERO BALLIVIáN

              lítica, social y regional, cuyas facetas se superpusieron, en especial en
              el primer mandato de Morales.
                  Este capítulo deja en evidencia la dificultad para construir un sis-
              tema de partidos institucionalizado y competitivo. Varias causas ex-
              plican la limitación. La debilidad de las instituciones genera pocas
              certezas de largo plazo y escasa confianza mutua entre los actores, y
              sin ellas es difícil implantar un sistema de partidos vigoroso. Pesa la
              fragilidad del ideal democrático y, más aún, su ambigüedad. Durante
                                 copia
              décadas, la democracia tuvo como rival el horizonte revolucionario y
              quedó muchas veces trunca por los golpes de estado. El retorno a la
              democracia no zanjó el dilema boliviano entre dos visiones contra-
              puestas de la democracia: una institucional, basada en procedimientos
              para la alternancia en el poder, equilibrios, contrapesos y separación
              de poderes, partidos, comicios limpios; otra, de movilización popular,
              fundada en la concentración del poder para imponer un proyecto co-
              lectivo de fuerte presencia estatal, aún a costa del disenso y de la lega-
              lidad, secundarios frente a la legitimidad de la voluntad mayoritaria.
              En tales condiciones, un sistema de partidos consolidado no es clave,
              aunque es compatible con organizaciones por sí mismas vigorosas, vi-
              gentes durante décadas, arraigadas en amplios sectores sociales.
                  La competitividad política ha sido frágil, aunque en el periodo
              revolucionario y militar, con una violencia más contenida que el muy
              cruento promedio latinoamericano, lo que simultáneamente ofreció
              más espacios de libertad, movimiento y flexibilidad a los actores po-
              líticos y limitó el dramatismo de la polarización. Este rasgo es impor-
              tante para comprender la dinámica política boliviana en una perspec-
              tiva comparada.
                  Si durante la revolución de 1952 el MNR no concebía que la
              elección terminara en una alternancia y recortaba los parámetros de
              un  régimen  pluralista,  no  provocó  un  elevado  número  de  víctimas
              como pudo implicar la magnitud de los cambios, al punto que Hun-
              tington explicó que esa razón pesó para su derrocamiento al cabo de
              un tiempo relativamente corto. En sus provocadoras palabras, “los
              bolivianos no se sintieron agotados con su revolución y la proclividad
              de Bolivia a la violencia quedó insatisfecha” (Huntington, 1972: 288-
              289). Asimismo, los gobiernos militares fueron más moderados que
              sus pares en la persecución de adversarios y el país no conoció impor-
              tantes procesos guerrilleros y menos aún esbozos de guerra civil. En
              la transición a la democracia, la tolerancia benefició al ex presidente



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