Page 49 - LOS SISTEMAS DE PARTIDOS EN AMERICA LATINA-CONO SUR Y PAISES ANDINOS- TOMO 2 - FLAVIA FREIDENBERT
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¿TODO SIGUE IGUAL QUE AYER? CONTINUIDAD Y RUPTURA... 35
Aunque una mayoría de la ciudadanía consideraba que votaba
directamente por candidatos y no por electores, los principales par-
tidos tomaban en cuenta su existencia y desplegaban estrategias ad
hoc previendo —o tratando de evitar— la ausencia de mayoría. Sus
maniobras procuraban que los votos populares fueran acompañados
en cada provincia por la mayor cantidad de electores. Una diferencia
importante entre votos populares y electores era probable porque,
como consecuencia de la legislación dictada por el gobierno militar,
copia
la distribución de bancas sobrerrepresentaba a los distritos menos
poblados (presumiblemente de orientación política conservadora). Y
las dificultades para formar una mayoría en el colegio electoral se
veían aumentadas porque la distribución de los electores por provin-
cia se practicaba por fórmula proporcional y no por un principio ma-
yoritario, como había sido común antes de 1963.
En el nuevo periodo democrático, si bien tanto Alfonsín como
Menem fueron proclamados por mayorías partidarias propias en el
Colegio Electoral, de un total de 600, los electores no identificados
con el PJ o con la UCR ascendieron de 24 en 1983 a 75 en 1989.
Además, dos elecciones de gobernador por vía indirecta tuvieron des-
enlaces problemáticos (Tucumán en 1987 y Corrientes en 1991). Con
estos antecedentes, no existieron abogados de peso para mantener
el Colegio Electoral. En 1994 se estableció entonces la vía directa a
doble vuelta, pero no en su forma clásica. El balotaje se practicaría
únicamente en el caso de que no existieran postulantes con el apoyo
de una pluralidad del 45% de los sufragios, o una de cuarenta con
más de diez puntos porcentuales de diferencia respecto a su inmedia-
to competidor. Este cambio ha provocado consecuencias de variado
alcance (Cabrera, 1996; Riz, 1994; Tula y De Luca, 2001).
En primer lugar, la reforma fijó reglas más simples para la elec-
ción presidencial y clausuró la posibilidad de bloqueos institucionales
por falta de mayorías en el colegio electoral. La legitimidad de ori-
gen de los futuros mandatarios quedó libre de potenciales cuestiona-
mientos. Segundo, la elección directa reajustó el peso político de los
distritos más poblados —la ciudad y la provincia de Buenos Aires,
Córdoba y Santa Fe— hasta hacerlos casi determinantes en la vo-
tación presidencial. Estas cuatro provincias reunían el 46.6% de los
miembros del colegio electoral y hoy comprenden casi dos tercios del
padrón de votantes. En este contexto, los candidatos presidenciales
tienen más incentivos para orientar su campaña hacia estos distritos.
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