Page 143 - METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA-José Ignacio Ruiz Olabuénaga
P. 143
1.2.1. El recién llegado
Es el momento en el que el observador entra en contacto con los ac-
tores sociales. Estos pueden ser de muchas clases: actores, curiosos, legi-
timadores (autoridades), dueños de situación (conserjes, telefonistas,...).
Todos ellos, desde su posición en la estructura social, querrán saber, des-
de el primer momento, el papel social del que entra en su espacio de ac-
tuación. El recién llegado es, en todo caso, un intruso, que suscita curio-
sidad y recelo, cuando no antipatía y hostilidad. El observador es un foco
de atención y debe ser consciente de que es él quien debe definir su pro-
pio papel en la nueva escena, y que este papel debe, como mínimo, estar
legitimado ante quienes pueden impedir su entrada, estar tolerado por
quienes deben convivir con él, y estar aceptado por aquellos que, a lo
largo de su trabajo, colaborarán ofreciéndole información.
El recién llegado puede ser desconocido como persona individual,
pero debe ocupar un puesto conocido en la estructura social antes de que
los individuos puedan intercambiar comunicación significativa. Un error
en la definición del papel social del observador puede ser fatal para el
resto del trabajo y, en ocasiones, lo invalida definitivamente. Son de so-
bra conocidas las reticencias que suscita en los cuadros sindicales de un
complejo industrial la llegada de un observador contratado por la direc-
ción así como en ésta cualquier otro conectado por los sindicatos. La so-
lución no consiste en la neutralidad o la opacidad absoluta con la que el
observador se presenta poco menos que como un espía venido del frío.
Por fortuna entre nosotros, los papeles de asistente social, sicólogo,
sociólogo, antropólogo y similares ocupan ya una posición relativamente
definida, legitimada y aceptada en la estructura social. Una posición que,
asimismo, se caracteriza por un cierto halo de marginalidad social que
les convierte en extraños, y, al mismo tiempo, en personas situadas en el
marco del trabajo social y científico. Esta primera fase es el momento de
garantizar la legitimidad del trabajo: quién lo encarga, lo financia y res-
ponsabiliza, qué motivos lo impulsan y qué objetivos se pretenden, qué
condiciones básicas de trabajo se van a seguir y qué alteraciones se van a
imponer a los observados.
Cuando nosotros estudiamos el suicidio en Herria, miembros del
equipo fueron detenidos por una patrulla de la policía local y, otros tu-
vieron que reunirse con un grupo de líderes de juventud para «justificar»
nuestro interés en el tema. En este sentido es crucial la importancia del
padrino social de la investigación, bien sea un individuo, un colectivo o
una institución oficial. En todo caso, debe quedar claro que nunca, o casi
nunca, se da un padrinazgo universalmente aceptado por todos los miem-
bros de un grupo, por muy pequeño que éste sea. Tampoco es necesario
144