Page 147 - METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA-José Ignacio Ruiz Olabuénaga
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—La concentración del observador debe ser máxima para captar lo
transparente, los sonidos del silencio, lo dado por supuesto, el sen-
tido común, las estructuras latentes, la cotidianidad silenciosa, las
claves cifradas de conducta,...
—La oportunidad para saber acertar a estar presente en los escena-
rios y en los momentos oportunos, aproximándose a los actores es-
tratégicos.
—La marginalidad que le garantice la suficiente distancia para mante-
ner la independencia y objetividad necesarias para su investigación.
—La agresividad controlada que recomienda iniciar los primeros pasos
de la observación con medidas exclusivamente no-obstrusivas para ir
progresivamente utilizando técnicas de observación cada vez más
agresivas y reactivas, una vez que ya se conoce el terreno y pueden
preverse y calcularse las reacciones de los distintos actores sociales.
—La sindiéresis que mezcla la ingenuidad con la astucia, la seguridad
con la duda, la claridad con la ambigüedad, en una táctica que sabe
mantener una visión de conjunto y sopesar de las consecuencias de
cada acción o la iniciativa del observador en cada momento.
1.2.4. El observador persona
Se entra ya en una nueva fase en la que empiezan a consolidarse las
relaciones personales y la distancia marginal mantenida hasta ahora co-
mienza a cuartearse por accidentes fortuitos, por la intensidad de relacio-
nes, por afinidades idiosincráticas, de tal forma que el investigador evolu-
ciona a la fase de confidente y amigo. La relación personal se intensifica
y se asienta en un grupo reducido de personas que, por concomitancias
personales paralelas a la misma observación o por profundización en el
trato personal de captar información, acaba construyendo un minimundo
de intimidad y de confidencia. Es el momento en el que puede surgir el
riesgo de transformarse en «nativo», de ceder al over-rapport con algunos
informadores y de perder la libertad de seguir acudiendo a «todas» partes
donde haya información y de perder la neutralidad de observar todos los
significados y sentidos que objetivamente se dan en la situación observa-
da. Se particulariza, limitándolo y empequeñeciéndolo, el mundo de los
informantes y, lo que es más grave, el de los significados.
En la medida en la que la observación va madurando y se va previen-
do el fin de la recogida de datos, una nueva fase de interacción social co-
mienza a imponer su estilo de convivencia. Surgen interrogantes como
¿hasta qué punto son publicables significados y confidencias obtenidas
en condiciones de intimidad privilegiada? ¿Hasta qué punto se pueden
hacer públicos hechos o actitudes que, una vez conocidos, provocarán el
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