Page 27 - LOS SISTEMAS DE PARTIDOS EN AMERICA LATINA-CONO SUR Y PAISES ANDINOS- TOMO 2 - FLAVIA FREIDENBERT
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12 FLAVIA FREIDENBERG
comitante con la aparición de liderazgos outsiders, que culminaron en
transformaciones de la estructura y la dinámica de la competencia
del sistema de partidos, llegando en la mayoría de ellos al colapso de
los partidos mayoritarios del sistema de partidos previo (Freidenberg
y Casullo, 2014).
Las crisis económicas y sociales prolongadas (con el aumento del
desempleo, la pobreza y la desigualdad) y el compromiso de los parti-
dos de centro con los planes de ajuste económico (políticas de ajuste,
copia
el achicamiento del Estado, endeudamiento, entre otras) impactaron
sobre el sistema político, minando los niveles de confianza de la ciu-
dadanía hacia esos partidos cuando no fueron capaces de adaptarse
a las exigencias sociales (Freidenberg y Casullo, 2014; Tanaka, 2008).
Mientras algunas élites políticas observan aún cuasi indiferentes los
drásticos cambios que manifiestan algunos sistemas políticos latinoa-
mericanos en materia de representación política (como en Nicaragua,
El Salvador, Dominicana o México), sin generar instrumentos que les
permitan adaptarse a las nuevas exigencias sociales; en otros sistemas
políticos como los Andinos e incluso varios del Cono Sur (como Chile
o Argentina), las élites tradicionales y sus partidos se enfrentan a im-
portantes desafíos respecto incluso a la vigencia del Estado de derecho.
A pesar de los esfuerzos recientes realizados a través de diversas
reformas electorales para permitir la participación política por fuera
de los partidos a través de movimientos y/o candidaturas indepen-
dientes (o sin partidos) (como en Ecuador, Bolivia, Panamá o México)
(Freidenberg, 2016), los partidos continúan siendo los actores centra-
les de la representación política en la región. Esos nuevos candidatos y
movimientos, que confrontaron a las viejas élites partidistas (partidos
tradicionales) por su incapacidad para adaptarse a los cambios del
contexto y a las demandas de la ciudadanía, canalizaron el sentimien-
to de la antipolítica. Una vez en el poder, muchos de esos indepen-
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7 La clasificación de los partidos como antisistema no supone juicios de corte
normativo. Por el contrario, se retoma la definición de Sartori (1992: 116) que sugiere
que “un partido es antisistema siempre que socava la legitimidad del régimen al que
se opone” y su oposición no es una “oposición por cuestiones concretas sino una opo-
sición por principio”. Así, “una oposición antisistema actúa conforme a un sistema
de creencias que no comparte los valores del orden político dentro del cual actúa”.
Posiblemente por ello, una vez que ganan una elección, algunos partidos antisistema
matizan su discurso potenciando sus denuncias hacia los viejos partidos (más que a
los partidos en sí), lo cual no es una cuestión menor.
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