Page 171 - METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA-José Ignacio Ruiz Olabuénaga
P. 171
Para evitar precisamente esta «petitio principii» la entrevista adopta un
talante, en principio, no directivo, de conversación. Semejante planteamiento
no directivo es más complejo de lo que, a primera vista, pudiera creerse. Im-
plica que, lejos de contar de entrada con un «mapa detallado de carreteras» o
un «manual detallado de usuario», el entrevistador se acerca al mundo sim-
bólico del entrevistado de forma gradual y escalonada, partiendo de cuestio-
nes amplias al comienzo, extraídas de experiencias personales semejantes,
de teorías científicas ya elaboradas o del entrenamiento personal del propio
investigador. Este va acercándose al núcleo de la experiencia y del mundo
interior del entrevistado trazando círculos concéntricos cada vez más reduci-
dos que, mediante un proceso de elecciones ininterrumpidas, se va despla-
zando en el tiempo y el espacio simbólico de éste. La conversación iniciada,
casi sin rumbo fijo, sin brújula ni altímetro va, poco a poco, centrándose, las
preguntas se van encadenando temáticamente, e, imperceptiblemente, el en-
trevistador va imponiendo una estructura cada vez más sólida con la que
orientar el resto de su conversación y sus preguntas. En ningún momento el
entrevistador puede permitirse el capricho de «preguntar lo que se le antoje»
al margen del interés del propio entrevistado. Si así lo hiciese, éste rompería
pronto el lazo de interacción social y la conversación perdería inmedia-
tamente profundidad y capacidad de captación de información. La estructura
que, poco a poco, se va imponiendo en la conversación como una especie de
marco de referencia, dentro del cual, cobran sentido no sólo las respuestas
sino las mismas preguntas, es una guía de conversación, flexible y sometida
a cambios continuos, como resultado de la propia conversación.
Ello implica un cierto «balance» entre una estructura tenue y tentativa
inicial, propuesta más que impuesta por el entrevistador, y una cierta ambi-
güedad e indecisión, siempre a merced de las respuestas y de las claves que
va ofreciendo sucesivamente, a lo largo de la conversación, el entrevistado.
No se trata de mantener a ultranza una estructura fija desde el inicio de la
conversación, cosa que podría provocar una desorientación y pérdida de nor-
te irreparable, pero tampoco se puede prolongar la ambigüedad a lo largo de
la misma, porque entonces sería el propio entrevistado el desorientado, que
se vería incapacitado para saber qué responder y qué importancia dar a un
aspecto u otro. El investigador trata de establecer una relación personal con
sus interlocutores, avanzando lentamente al principio, formulando inicial-
mente preguntas no directivas y aprendiendo lo que es importante para su
entrevistado antes de enfocar clara y directamente el objeto de su investiga-
ción. A medida que progresa la conversación, el entrevistador se irá intere-
sando más por significados que por hechos, por sentimientos que por cono-
cimientos, por interpretaciones que por descripciones, y tomará al
entrevistado como un sujeto apasionado, partidista y comprometido, incapaz
de mantener la objetividad y la neutralidad descriptiva. A diferencia de los
172