Page 174 - METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA-José Ignacio Ruiz Olabuénaga
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vención en el cruzamiento de la comunicación será más importante. Cual-
             quier deficiencia, por parte del entrevistador, en transmitir interés, confian-
             za o garantía, bloquea o impide la transmisión de información por parte del
             entrevistado. Y, a su vez, cualquier bloqueo o limitación por parte de éste,
             en su oferta de información, desvirtúa y deja sin sentido el papel del entre-
             vistador. La empatía es la condición esencial y característica para que tenga
             lugar una interacción social de auténtica comunicación interpersonal.
                La primera norma que debe seguir un entrevistador es semejante a la
             que se recomienda a cualquier entrevistador de sondeos cuantitativos. Este
             debe iniciar su trabajo «justificando» su proyecto y su modo de actuar. Sólo
             tras una auténtica aceptación por parte del entrevistado puede iniciarse una
             entrevista fecunda. La intromisión, el encuentro forzado, la motivación es-
             casa desvirtúan cualquier intento de entrevista fructífera. El entrevistador
             debe persuadir a su entrevistado del interés, utilidad y oportunidad de la
             entrevista, identificando sus objetivos y condiciones básicas. La concesión
             de una entrevista no puede ser aceptada como un acto de limosna, compa-
             sión o generosidad hacia el entrevistador. Este no puede iniciar su trabajo ni
             en condición de fuerza o superioridad, ni en condiciones de debilidad y su-
             misión. De ahí que la entrevista exige un marco de cierta familiaridad, ca-
             rente de actitudes tanto invasoras como, al contrario, servilistas. La familia-
             ridad no reclama crear un marco de igualdad que objetivamente no exista
             entre ambos interlocutores, pero sí reclama una ausencia de suspicacias, re-
             celos, minusvaloraciones, reticencias, segundas intenciones o disimulos cal-
             culados. Cada entrevistado define sus condiciones de entrevista, entre las
             que figura, con no poca importancia, el sitio, la hora, el anonimato de la en-
             trevista, así como la presencia externa, modales, comportamiento y estilo
             de conversación que debe adoptar el entrevistador.
                Un error inicial de ofensa o mal entendimiento del entrevistador para
             con las «condiciones» que, latente o abiertamente, impone el entrevista-
             do, puede acarrear consecuencias irreparables para el resto de la entrevis-
             ta. Tanto la sensación de invasión o prepotencia como la de servilismo y
             adulación, adoptadas por el entrevistador, deben ser cuidosamente evita-
             das no sólo al comienzo, sino a lo largo de toda la entrevista. El entrevis-
             tador debe estar dispuesto a renunciar a seguir adelante, a insistir dema-
             siado en un tema, a forzar respuestas cuando el entrevistado exprese su
             deseo decidido de no colaboración. En el mismo tono, no se puede acep-
             tar sin lógica, sin prudencia y sin un mínimo de crítica, cuanto el entre-
             vistado tenga a capricho decir o manifestar. Formas sutiles de invasión
             tales como entrar demasiado pronto en materia, formular preguntas exce-
             sivamente directas o provocadoras, contradecir o enjuiciar negativamente
             al entrevistado, cambian la naturaleza de la entrevista misma, que pasa a
             convertirse en examen (investigación), juicio o protocolo.

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