Page 172 - METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA-José Ignacio Ruiz Olabuénaga
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métodos cuantitativos que descansan en una supuesta objetividad neutral de
             entrevistador-entrevistado, la entrevista entiende el logro de esta neutralidad
             como una quimera utópica, no sólo inalcanzable, sino indeseable.
                El entrevistador no espera ni supone que el entrevistado sea objetivo y
             neutral, sino todo lo contrario. No se imagina el entrevistador que otros su-
             jetos coincidan con su entrevistado. Lo que aquél busca es que éste coinci-
             da consigo mismo. El mundo del entrevistado no coincide con el mundo ex-
             terior objetivo, por eso no se pretende su coincidencia. Lo que se busca es
             que la descripción que el entrevistado hace coincida con su propio mundo
             individual. Sólo buscando este mundo subjetivo se puede profundizar en su
             riqueza de contenido. Es más, el propio entrevistador renuncia a una pose
             de objetividad neutral en favor de una actitud de empatía para contactar con
             el mundo subjetivo del entrevistado. No se pretende, en ningún caso, que la
             empatía del entrevistador ni el sesgo del entrevistado «suplan» o «suplan-
             ten», imponiéndose, su verdad a la verdad objetiva del mundo exterior. Se
             trata solamente de acceder, mediante empatía y sesgo, al mundo interior
             latente, inaccesible de otro modo. Ahora bien, esta conjunción de empatía-
             sesgo no suprime la aceptación y sometimiento a seguir otros criterios a lo
             largo de la entrevista. Así, por ejemplo, la empatía del entrevistador no pue-
             de suprimir los intentos por comprobar y contrastar las afirmaciones del en-
             trevistado, como tampoco supone que deba abstenerse de emitir opinión
             propia, si es requerido por el entrevistado, a lo largo de la conversación. El
             entrevistador que empatiza no es un pelele sin personalidad propia, ni el en-
             trevistado que comunica su mundo interior es un prestidigitador que fascina
             con insomniaciones caprichosas, a su interlocutor.
                Por este motivo, el entrevistador hará bien en combinar preguntas
             abiertas (que toleran al entrevistado la máxima libertad de autoexpresión)
             con preguntas cerradas (que comprueben y verifiquen la verdad de deter-
             minadas afirmaciones y datos aportados). Hará bien en huir de contradecir
             abiertamente las manifestaciones de su interlocutor, pero no puede mentir,
             disimular o negar su opinión sobre un punto concreto si así se le solicita.
             Su comportamiento para elegir entre preguntas cerradas o abiertas, aprobar
             o abstenerse, emitir opinión o mantener cara de poker, debe estar guiado
             por el criterio básico de obtener el máximo de riqueza auténtica de conte-
             nido. El entrevistador no puede olvidar que la entrevista misma crea una
             situación social nueva, y la comunicación de información por parte del en-
             trevistado depende fundamentalmente de la definición que éste haga de la
             actual situación. No se cuentan las mismas cosas, en una entrevista, a un
             padre, un juez, un abogado, un espía, un amigo o un investigador científi-
             co. De ahí la trascendencia máxima que cobran, para el éxito de la entre-
             vista, los términos en los que tiene lugar la interacción social entrevista-
             dor-entrevistado por la definición que haga éste último de la situación. Lo

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