Page 180 - METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA-José Ignacio Ruiz Olabuénaga
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tipo de diálogo de respuestas «sí-no», que se vea acorralado inicialmente,
             sin espontaneidad para exponer sus puntos de vista y en sus propios térmi-
             nos. La pregunta abierta permite, en cierto sentido, al entrevistado, creer
             que es él quien fija el ritmo, la densidad y la profundidad de la conversa-
             ción. Y, al principio, es mejor que así sea hasta que el propio entrevistador
             presione, sutil pero efizcamente, para alterar tal ritmo, densidad o profundi-
             dad de comentarios. El entrevistador evitará, por consiguiente, al comienzo,
             no sólo las preguntas cuya respuesta pueda concretarse en un «sí» o un
             «no», sino también aquellas del tipo qué, cómo, cuándo, por qué,... ya que a
             ellas el entrevistado podría aferrarse fácilmente para contestar simplemente
             con un hecho concreto, bloqueando, de este modo, la continuación de su
             respuesta, o para orientarse «hacia personas» en lugar de «la vía temas»,
             acelerando prematuramente el nivel de las confidencias, o, simplemente,
             provocando innecesariamente actitudes defensivas ante un interrogador que
             da la impresión de ser un tanto indiscreto y curioso. Las preguntas cerradas
             quedan reservadas para sólo los momentos finales de la conversación, o
             para concretar datos ya mencionados y suficientemente explorados.
                —El insistir en el uso de preguntas abiertas no debe confundirse con el
                   vicio de formular preguntas confusas o ambiguas, que pueden poner
                   en guardia al entrevistado al sentirse éste desorientado y sin poder
                   controlar el riesgo que corre con su respuesta. La pregunta abierta
                   debe, por el contrario, ser tan explícita y amplia como para que el en-
                   trevistado pueda ser consciente, al mismo tiempo, de qué es lo que se
                   le pregunta y de qué es lo que él puede manifestar u ocultar.
                —Tan peligroso como el vicio de las preguntas confusas y ambiguas,
                   es el de las preguntas sesgadas, que insinúan al entrevistado el
                   tipo y orientación de respuesta que parece agradar (o desagradar)
                   al entrevistador.
                —En tercer lugar, las preguntas abiertas iniciales, deben huir de cualquier
                   apariencia de enfrentamiento o de choque, aunque éste sea sólo de ca-
                   rácter informativo, como quien busca, desde el comienzo, la obtención
                   de una respuesta-noticia/comentario-«bomba». La pregunta abierta no
                   tiene por qué ser una pregunta directa que confronte dura y escueta-
                   mente al entrevistado con el tema cuyo comentario se espera de él.
                La estrategia básica de todo el proceso de captación de la información
             está presidida por la que se denomina lanzadera-embudo. Conforme a esta
             estrategia, el entrevistador inicia un tema, al principio o a lo largo de la
             conversación, abordándolo con una pregunta abierta de carácter general,
             que, luego, en pasos sucesivos, se va estrechando, explicando, concretan-
             do, aclarando y minimizando, descendiendo a detalles y datos singulares, a
             modo de conversación embudo, que parte:

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