Page 66 - METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA-José Ignacio Ruiz Olabuénaga
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—Se insiste en el muestreo de casos críticos seleccionando los ejem-
plos más significativos para la identificación de incidentes críticos
que pueden ayudar a la comprensión de otros casos o situaciones.
—Se completa con el muestreo de casos confirmadores y desconfir-
madores (negativos).
El investigador selecciona casos adicionales o interrumpe su selec-
ción, en función de la capacidad potencial de enriquecer o profundizar su
teoría. Por eso mismo el número de casos a seleccionar resulta secunda-
rio. Cuanta más variedad de aspectos encuentra el investigador más am-
plía su número de unidades a seleccionar. El investigador, sin embargo,
debe estar alerta frente a toda teorización prematura, elaborada apresura-
damente a base de unos pocos casos seleccionados.
c) Codificación del Lenguaje
Toda observación realizada por un investigador, si ha de ser conser-
vada y utilizada en el comercio cultural, es decir, si no se la quiere dejar
perder o mantenerla en el estado de enigma, debe ser traducida a símbo-
los de modo que pueda ser conservada, participada e intercambiada. Para
que dos investigadores puedan entenderse a través del espacio y del
tiempo, necesitan hablar un lenguaje común y significar la misma cosa
cuando describen, interpretan o valoran. Existen dos maneras fundamen-
tales de traducir a símbolos comunes, conservables y participables, las
experiencias individuales de los hombres, el concepto y el número, la de-
finición y la medida, la clasificación y la distancia, es decir, símbolos de
cualidad y símbolos de cantidad. La misma denominación de técnicas
cualitativas frente a cuantitativas pone de manifiesto la preferencia que
unas y otras conceden al lenguaje codificado en conceptos frente a la co-
dificación en números. Consecuencia de esta inclinación por las palabras
frente a los números es que las técnicas cualitativas primen las descrip-
ciones y las viñetas literarias sobre las tablas y los tests estadísticos.
Sea que use el símbolo número o el símbolo concepto, lo cierto es
que el investigador necesita un lenguaje estrictamente operativo, aislado
de ambigüedades, que sirva para describir los fenómenos con la máxima
precisión. La comprensión (o riqueza de contenido), lo mismo que la
precisión, no tiene por qué ser inferior en la descripción que en la tabla
estadística, pero la facilidad para dotar a una y otra de ambas cualidades
tampoco es mayor en un caso que en el otro. No todas las experiencias
sociales, ni todos los fenómenos, ni todos los análisis de una situación
pueden ser traducidos indiferentemente a números y conceptos, y, aun-
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